sábado, 15 de agosto de 2015

Chapter 23: Quédate conmigo



HOOOOLAAAA DE NUEVO GENTE! AQUÍ LES VENGO CON UNA NUEVA ENTREGA, NO TAN PUNTUAL, PERO TAMPOCO TAN IMPUNTUAL JAJAJAJ que tal esta? eh nono  EN FIN! ESPERO QUE ESTÉN PASANDO UN BUEN FIN DE SEMANA, ASÍ COMO TAMBIÉN DISFRUTEN EL CAPÍTULO :) CREO QUE POR EL TÍTULO YA TIENEN UNA IDEA JAJA

Les recomiendo que lean el capi anterior, pues por si no se acuerdan o algo, ya que todo sigue una secuencia, y lo tomo donde lo dejo, así como también les recomiendo que escuchen, Place for us de Mikki Ekko, es una linda canción que le cae al capítulo, además de que sale en el soundtrack de En llamas jiji

En fin, los dejo con la lectura, enjoy!





----------------------------------------------------*---*
----------------------------------------------------*---*







Un resplandor se cuela a través de mis párpados cerrados y calladamente me pregunto si es que ya es de mañana. Por alguna razón, mi mente y mi cuerpo se sienten increíblemente ligeros, descansados, una calma se cierne en todo mi ser, una calma que tenía demasiado tiempo sin experimentar... que sólo he tenido el placer de vivir contadas veces a lo largo de mi existencia. Es con esa realización, que de repente me doy cuenta del calor que algo... o alguien está expediendo justo a mi lado, o mejor dicho, debajo de mí. Me quedo totalmente quieta, con temor, hasta que mis memorias de la noche anterior explotan al interior de mi cabeza.

Peeta. Se quedó.

Pensé que todo había sido la nebulosa de un sueño especialmente bueno guardado en la parte posterior de mi mente. Pero no. Es real. Está aquí.
Una calidez me recorre al imaginarlo, y enseguida llega la explicación del porqué pude dormir tan bien. No tuve pesadillas, de hecho tuve un sueño hasta bonito... en el que por cierto estaba Peeta... Siento mis mejillas calientes, y no puedo evitar pensar y darme cuenta que simplemente, dormir con Peeta es como un... medicamento, un somnífero, un... endulzante, que hace mis despertares muchísimo más llevaderos.

No sé cómo en un pasado pude vivir sin esto antes, lo único que sé, y que ahora quiero, es que se quede conmigo cada noche, de cada semana, por el resto de lo que me quede de vida. No creo poder vivir sin esto por más tiempo.

Sin poder evitarlo y como a hurtadillas, lo estrecho un poco más fuerte en mi abrazo, que por cierto estaba así incluso creo que antes de que me despertara y respiro su pecho, inhalando su típico aroma de canela y eneldo, aunque ya un poco lejano por el olor natural de él. A mi mente llega de repente el recuerdo de la última vez que dormimos juntos, y en mi boca se posa un sabor amargo al recordar la manera en la que todo terminó. Con suerte esta vez las cosas serán diferentes.

Cuando nuevamente el sueño parece querer llevarme, es que lo siento.

Está despierto.

Ha pasado de esa respiración pacífica y calmada, característica de cuando duermes profundamente, a una respiración un poco más agitada y no sé si serán cosas mías pero sentí un escalofrío pasar por su brazo. Sé que lo más probable es que esté sorprendido, ciertamente yo también lo estaba cuando desperté, pero me quedo callada y quieta en aras de calmarlo.

Para mi sorpresa, levanta un brazo que descansaba laxo en su costado, y lo posa en mi hombro. Lentamente sube y baja acariciándolo con una ternura que casi me hace estremecer, casi. Pero lo retuve, porque de alguna manera sé que él cree que estoy dormida, de otra manera sé que no lo haría.

Pensar esto me deprime, pero… ¿quién soy yo para decir nada si la única manera de que yo le muestre afecto es también cuando estoy inconsciente y que sepa que está dormido?
Su toque es relajante y adormecedor así que me enfoco en tratar de dejar de fingir que estoy dormida y simplemente hacerlo, dormirme.

-Katniss… Sé que estás despierta.

Sorprendida, me retuerzo un poco en su agarre, pero aun así no lo suelto.

-Pensé que dormías. – miento con voz ronca, obviamente sabía que no lo estaba, su caricia en mi brazo es difícil de ignorar.
-He estado despierto desde hace rato. – dice simplemente. Empiezo a rebobinar y… deber saber que lo abracé. Con vergüenza, trato de alejarme, pero él me retiene. – Me gusta estar así. – suelta a bocajarro. Levanto la mirada para verlo, y no me sorprende  notar que tiene el ceño fruncido, como si no acabara de creer lo que dijo.
- A mí también. – admito en voz baja, en un intento de eliminar cualquier duda que pueda tener.
-¿Nosotros… eh… solíamos dormir juntos… en los segundos juegos, real o no? – pregunta de nuevo, pero esta vez con la mirada un poco perdida.
-Real. Ayudaba a calmar nuestras pesadillas. – respondo automáticamente. – Tú eras el único que podía hacer que mis pesadillas se marcharan.

Peeta se queda en silencio, casi como en un trance, y temo que se vuelva loco de nuevo, pero me calmo al volver a mirar detenidamente a ese pozo azul de sus ojos y ver que sólo luce un poco confuso, sin embargo tiene ese brillo en la mirada que tanto me gusta. Bajo de nuevo la vista y poso mi cabeza en su pecho, no sé en dónde se ha quedado la vergüenza, pero mejor que se quede guardada en donde está. No pienso desperdiciar este momento de calma.

Después de unos minutos de silencio, lo siento volver a acariciarme el hombro suavemente, esta vez lo noto un poco nervioso, pero aun así firme.

-Katniss; lo siento si fue maleducado haberme quedado contigo pero…
-Shh. – lo silencio poniendo mi palma un poco sin delicadeza sobre su pecho. – Gracias. – atino a decir. – Hace mucho no dormía tan bien… puede que las pesadillas no sean tan terroríficas como antes… pero aún las tengo, así que… gracias.

Espero silenciosamente que sobreentienda porqué le estoy agradeciendo, en sí ya es muy difícil para mí hablar de esto, sin embargo con Peeta simplemente es inevitable, aunque no sea mucho lo que le diga o le exprese con palabras o acciones.

-No sabía que aun tenías pesadillas… ¿son constantes? – cuestiona en voz baja, aun acariciándome suavemente.
-Pues sí… sólo que ya no grito a menos que la pesadilla sea de las peores. – trago. – Pero sí las tengo… ¿y tú?
-Sí. Hay días que sí… días que no…
-¿Por qué no me habías dicho? – le digo mirándolo de nuevo ahora un poco acusadora.
-¿Por qué no me habías dicho tú? – me devuelve con las misma intensidad.
-Pues porque… porque no… porque… - desvío la mirada al piso.
-¿Ves? Tengo la misma razón.

Miedo. Miedo a parecer más vulnerable de lo que ya eres, miedo a que te miren con lástima o con tristeza… Y aunque tenga toda mi confianza puesta en Peeta, mi orgullo es más grande… aún y con todo lo apaleado que ya está. Peeta debe pasar por lo mismo, sólo que sin el orgullo, él es demasiado puro como para siquiera tenerlo.

-Yo también dormí muy bien, y tampoco tuve pesadillas, gracias a ti. – musita como para cambiar el tema, ha dejado de acariciarme pero su mano sigue en mi hombro.

Considero el preguntarle si estaría bien… si estaría bien que me acompañara más noches, pero antes de que pueda hacerlo y, para mi sorpresa, me da un besito en la parte visible de mi frente, y se levanta.

-Haré te. – dice con una sonrisa pequeña. – Hay unos cuantos bollos de queso en la alacena… ¿te animas? – sonríe, alentador.
-Claro. – respondo débilmente, pero aun así le sonrío de vuelta. Ya levantada, veo cómo se aleja de la habitación, dejándome en una neblina de interrogación, ya que no sé cómo carajos hacer ahora para que un evento como la noche anterior vuelva a pasar y se quede a dormir de nuevo. La única opción que me queda es preguntándoselo directamente y… eso será muy, muy difícil.







De vuelta en la panadería-repostería, después de haber saludado a los señores Ganger, me dispongo a hacer mis deberes diarios cuando el sr Ganger me llama.

-Katniss, querida, ven conmigo por favor. – indica amablemente y sin rechistar yo lo sigo hasta la parte trasera de la casa. Cuando llegamos, de su delantal rojo saca un sobre. Intrigada mi inclino, pero no hubo falta porque de repente George saca un pequeño fajo de billetes.
-¿Sr Ganger qué…?
-Tu paga. No puedes trabajar para nosotros sin recibir nada a cambio. Esto es lo menos. – dice seriamente, con su mano llena de billetes extendida hacia mí.
-Claro que no. –respondo un poco ofendida. - No me cuesta nada hacer el trabajo… y es que no siquiera es trabajo, ustedes no me permiten hacer casi nada, la mayoría de las veces me comparten de lo que preparan… así que no esperes que acepte eso. – digo obstanada.
-Pero es que Katniss… no podemos permitirnos que trabajes a cambio de nada… - repone, esta vez mirando un poco nervioso a la parte delantera de la casa. Mi mirada se traslada y capta a Clare, atendiendo a unos clientes pero mirando incesantemente hacia acá. Ahora todo queda claro.
-Ella te mandó no es así…  - afirmo, acusadora, sólo Clare haría algo así.
-No es que esté en desacuerdo con ella… pero tú has parecido no quejarte así que lo tomé como una aceptación completamente tuya por lo que no me molesté… - dice con su voz grave, avergonzado.
-Y no se moleste. – le digo, animándolo. – En verdad que no me cuesta nada… El sólo estar aquí con ustedes, con su compañía, es suficiente paga para mí. - El sr Ganger me vuelve a mirar, y cariñoso toma mi mano.
-Ay querida… que sepas que nosotros te apreciamos… eres como parte de la familia ya, cualquier cosa que necesites, aquí estamos. - sonríe como siempre mostrando un diente de oro a través de su barba gris. Le cojo las manos en un gesto de afecto y él les da un suave apretón. - Así que, ¿qué crees que debería hacer hoy...? Estaba pensando en un guiso de ternera... o cerdo asado... - comente esta vez mirando distraído más allá de mí.
-Creo que me gustaría probar qué tal el cerdo. - le digo, sacándolo de su nube.
-Cerdo será... - y sale de nuevo perdido en sus pensamientos directo hacia la cocina.

Me quedo un momento en la misma posición, esperando a que los clientes se vayan antes de dirigirme a la parte delantera del negocio.

-Nunca hablamos de ninguna paga. - increpo con voz afilada directamente a la sr Ganger mientras llego a donde está.
-Lo sé querida. - dice sabedora, aún organizando las ventas. - Pero entiende, ¿qué clase de empleadores seríamos sino les pagamos? Ustedes están aquí trabajando, nos ayudan bastante, demasiado diría yo, Peeta hace los encargos, y me ayuda bastante a preparar las cosas, tú limpias siempre aquí y allá, incluso aunque no te diga nada, organizas los inmuebles, y todo eso a cambio de nada.
-Es porque no me importa hacer nada de esas cosas, y estoy segura de que a Peeta tampoco le importa, estamos bien como estamos, y además... como le dije antes al sr Ganger... son nuestros amigos, y entre amigos nos ayudamos sin esperar nada. - musito un poco nerviosa, pero firme.

La sra Ganger sonríe, y antes de que diga algo, Peeta sale de una puerta lateral con su delantal y todas sus manos cubiertas de harina.

-Necesito ayuda con la mezcla... no me está quedando como es... - dice ajeno a la conversación.- Y creo que oí mi nombre además... ¿de qué hablan? - bueno, al parecer no tan ajeno.
-Nada querido, ya Katniss habló por los dos. - dice picándole un ojo.
-Uh-ah... bueno... Katniss, cuando te vayas me dices, para irnos juntos. - me habla ahora directamente a mí.
-Claro. - respondo, indiferente a la mirada socarrona de Clare.

Una vez Peeta se retira, evito mirarla directamente.

-Así que... ¿cómo están las cosas entre ustedes?
-Bien. - respondo, algo cortante.
-Oh no seas tan cerrada querida... ayer vi cómo mirabas a Grisella, casi como si quisieras taladrarla, aunque debo decir que la chica se lo buscó, ¿eh? yo que tú le hubiese tirado todo y comida. - dice seriamente.
-No creo que pueda ser tan cruel. - digo, pero le sonrío inconscientemente al pensamiento.
-Creo que están mejorando... Sigue así, sólo unos cuántos empujoncitos más y pasará, lo sé. - afirma más como para sí misma.

A este punto no sé de lo que habla... ¿qué es lo que pasará? Definitivamente Clare parece saber cosas que yo ignoro totalmente. Es un poco escalofriante.

-Pero bueno, está bien, te concedo lo de la paga, sólo por esta vez. - espeta, volviendo en sí. - Al fin y al cabo, tal como dijiste, ustedes se han convertido en poco tiempo en nuestros más cercanos amigos. - termina con una luminosa sonrisa.

Siento una punzada en mi pecho. Estas personas se han convertido en poco tiempo en prácticamente nuestra familia, aquí en el distrito 7. Sonrío internamente, no pudimos haber encontrado mejor lugar donde quedarnos para estas "vacaciones". Cuando llegue el momento de la partida, será muy difícil.
, sobre todo porque ya estamos acostumbrados, tenemos una rutina, hacemos...

-Pero bueno querida, dejando esto a un lado, quería decirte que quiero que conserves el vestido, ya a mí no me sirve de nada, no cuando puede hacerle mucho bien a alguien más. ¿Notaste la manera en la que Peeta te miró? Oh cielos, se parecía a mi George el día que nos casamos, todo un borreguito enamorado.
-No creo que Peeta...- carraspeo un poco nerviosa.- ... umm... es un vestido muy preciado para usted... así que...
-Ay Katniss... eres tan inocente. - me mira con cariño. - Pero bueno creo que eso es lo que a Peeta le gusta ¿eh? - insiste guiñándome un ojo; ante mi rubor, se detiene. - Bueno, no te incomodo más, y lo del vestido, caso cerrado, es tuyo. - finaliza, con un brillo peculiar en sus pequeños ojos, como retándome a que la objete.
-Está bien. - accedo de mala gana. - Pero a cambio, no me volverás a pedir que no haga algo. Todo lo que quiera hacer, lo haré. Si quiero fregar los pisos, lo haré, ¿entendido? - yo también puedo ser igual  de obstinada.
 La sra Ganger gruñe. - Hecho. - antes de que pueda decir nada, está de nuevo haciendo sus cuentas, pero antes de que pueda irme, me detiene. - Katniss... gracias. - dice con una expresión de gratitud.
-De nada. Gracias a ti también. - con esto, me devuelvo a la cocina a ayudar a un muy empapado en salsa George.







Luego de una jornada pesada, pero agradable, gracias a que la dichosa Grisella no anduvo paseando por ahí alrededor de Peeta, nos disponemos a irnos no sin antes tomar la comida que los señores Ganger nos ofrecen para comerla en casa. Durante el camino, Peeta y yo charlamos amablemente, cosas que nos pasaron en el día, o cosas banales, la verdad es que daba igual, podría hablar de lo que quisiera con Peeta y jamás aburrirme.

-...Y bueno, Clare hoy estaba exigente, me pedía siempre cosas aquí y allá, yo la ayudaba por su´puesto, pero supongo que tiene que ver sobre la conversación que mantuvo contigo, ¿puedo saber qué era? - pregunta, curioso.
-Querían pagarnos. Obviamente les dije que no, ellos son los que nos están ayudando a nosotros... nosotros sólo tratamos de devolverles el favor. - le explico con ahínco, recordando la discusión.
-Y déjame adivinar... ¿tú ganaste la conversación? - sonríe, sabedor.
-Pues sí... - le digo, orgullosa. - Pero tengo razón.
-Estoy de acuerdo. También con la parte de que Katniss Everdeen siempre tiene la razón. - dice, burlón.
-Ja-ja, calla. - y lo empujo suavemente por el brazo.

Llegamos a casa cuando el cielo se ha oscurecido totalmente, cansados, nos dirigimos al comedor donde nos servimos la comida y nos sentamos a digerirla uno al lado del otro. No puedo evitar pensar en cómo ha mejorado mi relación con Peeta, sin discusión estar aquí, ha alejado toda posible tensión que podría venir del pasado. Pensar en esto me lleva a recordar a lo que pasó esta mañana...
Definitivamente quiero que se quede conmigo esta noche, no puedo negar más que sus brazos son como mi consuelo, como mi suero para dormir tranquila. Sin embargo, la soberbia en mí hace imposible siquiera preguntarle... Muchas veces durante la cena, me lo quedo mirando fijamente, como buscando las palabras para preguntarle... y por más que intento, las palabras no me salen, nunca he sido buena con las palabras, y supongo que ya no lo seré; por lo que en repetidas ocasiones simplemente lo miré, sin duda pareciendo una tonta, con una expresión de duda en la cara. Peeta me miraba curioso, y cuando parecía querer preguntarme qué me pasaba, bajaba la mirada un poco nervioso y seguía comiendo.
Es... es frustrante. No debe tener ni la más remota idea de lo que quiero decir...
Terminamos la cena en silencio, y Peeta se ofrece a lavar los platos, yo lo dejo porque sinceramente no tengo ganas, la frustración se ha colado en mí y todo lo que quiero es irme a dormir. Sin él.

Llego a mi habitación y, en un último intento de tratar de demostrarle o decirle algo... dejo la puerta un poco abierta, a ver si tal vez cuando la vea abierta, recuerde y tal vez se asome y entre...
Alejo estos pensamientos, que lo que hacen es frustrarme más, y me dirijo al baño a lavarme y cambiarme rápidamente. Cuando termino, me dirijo a la cama y lanzo una última mirada en dirección a la puerta, con la esperanza de verlo allí, esperando el momento oportuno para entrar. Pero no. No está allí. Con un último suspiro, me meto en la cama, cierro los ojos y espero un sueño, en el que probablemente, me encuentre corriendo para salvar mi vida, nuevamente.




Cuando estaba a punto de caer rendida a una posible pesadilla, siento cómo alguien se acurruca a mi lado y...

Peeta.

Volteo la cabeza y abro mis ojos, para ver si es real, y lo encuentro a mi lado, con una mano un poco temblorosa en mi cintura. Mi espalda está pegada a su pecho, por lo que puedo sentir todo el calor que irradia su fuerte y cálido cuerpo. Un poco sorprendida, encuentro sus preciosos ojos azules, y alcanzo a ver que tiene una pequeña sonrisa, de esas tranquilizadoras, de esas con las que te podrías dormir simplemente viéndola.

-Pensé que... tal vez te podría acompañar... ya sabes, las pesadillas... -  susurra enredándose un poco con las palabras.
-De hecho creo que una estaba rondándome... -digo algo avergonzada, estas cosas definitivamente no se me dan. - Llegaste a tiempo. - y le sonrío un poco.

Pareciendo contento con la respuesta, su agarre se hace más firme, y yo, sin poder evitarlo, me acurruco más profundamente en su pecho. Una sensación de alivio me recorre al darme cuenta que en verdad está aquí, que lo más posible es que se quede y me acompañe para brindarme esa protección que sólo puedo sentir cuando estoy entre sus brazos.

Definitivamente este es el Peeta que conozco, al que estoy acostumbrada, y el que me quiere. Verdaderamente me quiere. Cuando estoy al borde de la inconsciencia, digo lo único que hace falta por decir, aquella promesa que nos hicimos hace mucho tiempo atrás.

-Quédate conmigo. - digo en voz baja, por alguna razón anhelando su respuesta... aunque ya la sepa.
-Siempre. - susurra en mi pelo. Una calidez que jamás había experimentado se funde en mi pecho, y una sensación de felicidad desconocida hace que con una última sonrisa, caiga en el más profundo de los sueños.



Resultado de imagen para peeta y katniss abrazados


Resultado de imagen para peeta y katniss abrazados



----------------------------------------------------*---*
----------------------------------------------------*---*


Notas: Bueno mis lectores, eso es todo por hoy :) como ya había dicho antes por ahí, como me imaginé las cosas, todo fue lento, ya que pienso que no podría esperarse menos por las heridas y cicatrices que tienen nuestros amantes trágicos... sí, ya tengo planeada la escena del "Me amas, real o no?, y puedo decirles que no está muy lejos... creo.

Haganme saber qué les pareció? les gustó? pues ESPERO INMENSAMENTE QUE SÍ, este creo que ha sido el capítulo más emotivo de todos jiji fue algo difícil de escribir y no sé si lo logré, ¿lo logré? jajajaja MUCHISIMAS GRACIAS POR LEER, ES GRATO SABER QUE EL BLOG SIGUE TENIENDO VISITAS A PESAR DEL TIEMPO Y LAS CIRCUNSTANCIAS, SON LOS MEJORES :)

Nos leemos en un próximo capítulo :) que tampoco tardará taaaaanto jaja :D

Y como siempre...

Que la suerte esté siempre de vuestro lado.