martes, 15 de abril de 2014

sábado, 12 de abril de 2014

Chapter 6

Bien pues, es tarde pero aquí les traigo el capítulo #6. Me gustó mucho escribirlo así que si lo leen, espero que les guste y comenten. :)





Estoy en un campo abierto como el de la primera arena y corro, corro como nunca porque detrás de mí vienen los lobos mutados manejados por el presidente Snow que, echando un rápido vistazo atrás, veo que está tan bien vestido como siempre, con una rosa blanca sobre la solapa de su chaleco y una sonrisa triunfal, como si ya me tuviera en sus manos <Es que ya te tiene en sus manos> dice una voz en mi cabeza, pero me obligo a seguir corriendo, esta vez más rápido, negándome rotundamente a que me atrape, pero al voltear la mirada hacia delante un escalofrío me recorre ya que el camino se ha llenado de rosas, blancas, rojas, amarillas, todas con ese desagradable olor mezclado con sangre…, lo que antes creí que era la Cornucopia, ahora se ha convertido en una puerta que está entreabierta, lo suficiente para poder ver un destello de cabello rubio… -¡No me dejes! ¡Ven, por favor!- un gruñido medio grito sale a través de mi garganta, lo más alto que puedo para que me escuche; y al parecer lo hace porque alcanzo a ver como se da la vuelta…


-¡Katniss, Katniss! Tranquilízate, tranquilízate, no pasa nada…-aún creo escuchar su voz en mi cabeza, el eco de su saludo retumba en mi mente como el sonido de las olas del mar a lo lejos…, si tan sólo mis pies hubieran sido más rápidos, me hubiera reunido con ella, con mi patito.
-Peeta… ¿Eres tú?- digo lentamente, alejándome de los tentáculos del sueño.
-Sí, sí, soy yo, tranquila, ¿te encuentras mejor?- pregunta, sonando angustiado.

Aún tengo los ojos cerrados así que me obligo a abrirlos y descubro que me encuentro en mi habitación a oscuras, solo con la tenue luz proveniente del pasillo que da con las escaleras, estoy en mi cama, cubierta con mantas y estoy sudada. Peeta está sentado en el borde pero sosteniéndome con sus fuertes brazos.

-Mejor ahora.- respondo con voz ronca.- ¿Me trajiste aquí?
-Sí, te dormiste y no podía dejarte sola allá abajo así que te subí, arreglé unas cuantas cosas en la sala y estaba a punto de irme cuando te oí…- pone su mano en mi mejilla cuidadosamente y yo disfruto de ese pequeño cálido contacto sobre mi piel…- Son las pesadillas, ¿cierto?
Asiento y cierro mis ojos al recordar a los mutos detrás de mí, sedientos de mi sangre, susurrando mi nombre una y otra vez.

-¿Ya te sientes mejor? Si quieres puedo sentarme a esperar a que te vuelvas a dormir y después me voy.- dice, retirando su mano de mi mejilla. Quitando el único contacto de su piel contra la mía.
-¡No! –Exclamo sin pensar.- Es decir, sí, estoy mejor, pero…, ¿podrías… quedarte por, por esta noche…, conmigo?- balbuceo.

Se lo piensa un momento y por un instante pienso que va a decir que no, que me va a dejar sola con la pesadillas acechándome…
-Está bien.- responde, y aunque noto algo de duda en su voz, es suficiente para mí, con tal que se quede y me acompañe.-Deja que apague las luces.

Sale hacia el pasillo y apaga las luces, quedándonos completamente a oscuras, solamente con el leve resplandor de la luna que se escapa por mi ventana. De repente se sienta en la cama haciendo un poco de ruido al quitarse los zapatos y se recuesta a mi lado dejando escapar un pequeño suspiro el cuál no hago caso porque voy directa a sus brazos, y sentirlos tan cálidos y llenos de fortaleza alrededor de los míos hace que me recorra un escalofrío, pero no de temor sino de alegría, de tranquilidad, al recordar aquellos días en que estos mismos brazos, fueron mi única compañía. Él me abraza más fuerte y lo último que pienso antes de caer en la inconsciencia es que debí haberle pedido a Peeta que se quedara conmigo hace mucho tiempo…



Cuando me despierto siento un extraño cuerpo junto a mí, unos brazos sosteniéndome y desprendiendo un calor demasiado reconfortante… Es entonces cuando recuerdo lo que pasó la noche anterior y una sensación de vergüenza pero también de rara felicidad se apodera de mí, noto como se me encienden las mejillas al sentir mi mano sobre su torso y mi cabeza tranquilamente recostada sobre su pecho… Me desprendo un poco de su agarre y al hacerlo es como si una ráfaga de viento me invadiera quitándome el calor que tanto me cubría, así que decido acurrucarme de nuevo a su lado, separándome solo un poco para tener una mejor visión de su rostro. Luce tan tranquilo y apacible que te dan ganas de estar todo el día ahí, tumbada junto a él, disfrutando del contacto con su piel… Me doy cuenta vagamente de que no tuve pesadillas y me descubro sonriendo en respuesta a tal pensamiento. Dormir con Peeta ha sido de nuevo, todo un lujo, y no sé cómo me las arreglaré para que vuelva a hacerlo; teniendo en cuenta que le dije que sería sólo por esta noche.

Escucho un ruido en la planta de abajo, demasiado fuerte como para que se trate del viento soplando, así que como puedo me separo de Peeta, no sin antes darle un beso en la frente, como muestra de agradecimiento por todo lo que ha hecho por mí, aunque cuando se despierte no sepa que se lo di, yo sé que sí, y con eso me basta. Al levantarme, advierto que sigo con la ropa de ayer, así que voy al baño me cambio a algo más simple, y me lavo la cara y los dientes. Bajo las escaleras con cautela, reviso el vestíbulo, la cocina, el estudio, el pasillo que da con el patio, y por último la sala de estar, pero no encuentro absolutamente nada.

Es inquietante, pero decido que no ha debido de ser nada peligroso, todo sigue en su lugar, y no he vuelto a escuchar más nada así que…
Con un último suspiro, recorro el camino hacia la cocina, a calentar un poco de agua para el té. Como estoy de espaldas al pasillo, no noto que ya está aquí hasta que me habla.

-Buenos días.- dice todavía sonando soñoliento.
-Buenos días para ti.- respondo dándome la vuelta con la jarra ya caliente en mis manos.
-Oh, has hecho té…- susurra cuando me ve abriendo la alacena para sacar las dos tazas para servir el té.
-Justo como te gusta…- digo con aire de superioridad, pero al darme la vuelta para encontrarme con su mirada, no la encuentro cálida y amable como suele permanecer, sino perdida…, de repente ya no parece perdida sino confundida.- Peeta…, ¿estás bien?-pregunto cuidadosa.

En un momento es como si todo cambiara, ya no estuviéramos aquí sino en un lugar muy lejano llamado distrito 13 y me volviera a mirar de la misma manera que me miró la primera vez que lo trajeron del Capitolio… Odio, desprecio…, sin embargo algo pasa, sé que lucha, por su rostro pasan distintas expresiones, desde rabia hasta tranquilidad, y debo decir que hay una gran gama de expresiones que pueden existir entre esas dos, porque tarda alrededor de un minuto en volver a hablar.

-Katniss…, aléjate de mí por favor…- dice en voz baja, todavía conteniéndose, noto que se agarra fuertemente a los bordes de la mesa, tanto que tiene los nudillos de sus manos blancos como la cal. Sigue mirándome como esperando a que me marche, o tal vez a que haga el primer movimiento de ataque, como el muto asqueroso que una vez pensó que era…, o piensa que soy…
-Peeta…-comienzo lentamente, el miedo y la ansiedad hierven en mis venas, pero por algún motivo pienso que no me hará daño, que por más que quiera herirme, hay algo en su mirada…, no distingo que expresa realmente, pero es tan potente y de un tenue brillo que hace que en vez de alejarme, me acerque a él, así que coloco las tazas que aún sostenía sobre la mesa y pongo una mano firmemente en su hombro.-Peeta, todo está bien.- digo esta vez con fiereza.

Una expresión de dolor cruza su rostro, pero lentamente, poco a poco se va calmando; cuando ya ha dejado de temblar y que creo que ha regresado totalmente, aprieto la mano que tengo libre sobre la suya que sigue sobre la mesa en un gesto de apoyo, pero me sorprendo al ver que la retira bruscamente, se separa de mi agarre en su hombro y me voltea a mirar.

-Lo lamento yo…, te veo luego.- rápidamente aparta sus ojos, pasa por el umbral de la cocina, y escucho el ruido que hace la puerta principal al cerrarse.



Les dejo esta canción de la banda sonora de The Hunger Games, que está super chévere y además siento que le añade cierto suspenso al capítulo :D















Notas: Bueno como pudieron leer, los amantes trágicos al fin tuvieron una noche juntos :3, espero no haberme pasado con la escena, ni tampoco que haya sido muy floja... Y bueno sobre el drama que les había comentado antes, ¿qué les pareció? he leído fanfics en los que los ataques de Peeta lo llevan a hacerle daño físico a Katniss, pero bueno al menos en mi historia no le hará daño...,o ¿tal vez sí? jajajaj eeen fin!

Sin más, espero que les haya gustado y espero su comentario! :D 

martes, 8 de abril de 2014

Chapter 5

Este capítulo es un tanto más largo que los demás (e iba ser más largo), pero para que no se tornara aburridor lo dividí en 2 partes; por lo tanto ésta es la primera parte y la segunda estará en el cap. 6. 







El tormento de la pesadilla es demasiado, como no lo soporto más, me despierto, dirigiéndome al baño, me lavo y me cambio a pantalones y camisa. Sin pensarlo dos veces, sé que hoy es el día. Me voy de caza.

Lo he estado posponiendo puesto que yo misma tenía miedo de que me volviera a pasar lo mismo de unas semanas atrás… Pero ahora estoy segura, y evitaré usar rutas desconocidas. Recojo mi arco y flechas ubicadas en el vestíbulo, no sin antes ordenarme un poco el alboroto de pelo que tengo, arreglándolo en mi sencilla trenza de siempre. Salgo por la puerta principal y me encuentro con una nublada mañana de primavera. Hace una brisa fresca y de inmediato sé que es un gran día para cazar. Medito si debo pasar por la casa de Peeta a darle los buenos días, como él siempre hace, pero al final lo descarto ya que es muy temprano y seguramente debe estar dormido.
Llego rápidamente a la Pradera donde saludo a Thom y otros compañeros con los que he hablado últimamente, ya que los días en los que puedo y no me ataca tan fuerte el dolor de mis pérdidas…, he salido a ayudar a reubicar a personas del 12 en sus antiguos hogares, ahora la mayoría reconstruidos. El gran hoyo que había, que antes estaba al descubierto, ahora lo cubre una fina capa de tierra, que pronto dará paso al pasto. Sin embargo, lo rodeo, ya que siento como si irrespetara a los difuntos pasando por encima de ellos.

Cuando por fin tengo el bosque a mí alrededor, respiro profundamente, disfrutando del contacto del aire en mis fosas nasales. Acelero el paso mientras subo por las colinas hasta el lugar de encuentro con Gale. Cuando llego me acomodo en un rincón de las rocas, a la espera de algún signo de movimiento cerca. Pasan los minutos y no hay nada, por lo que no me queda más opción que moverme. El valle está justo delante de mí, con verduras y raíces por recoger, así que me adentro en él, en busca de presas.

Alrededor del mediodía, tengo dos pavos silvestres y un conejo; nada mal para alguien que tiene meses sin cazar. Sin embargo

jueves, 3 de abril de 2014

Chapter 4


Bueno en este capítulo ataré un cabo que dejé suelto en el cap anterior (no se si se dieron cuenta) XD eeeen fin... he aquí.





Recuerdo esa noche como si hubiera sido hacía cientos de noches atrás, pero sólo han pasado unos días, y aun así parece un recuerdo tan lejano… Peeta y yo comimos en silencio después de nuestro emotivo momento, y se marchó sin decir palabra al respecto, lo que me viene bien claro, ya que mi estado emocional está machacado. Viene a verme cada tanto, trayéndome siempre sus deliciosos panes. Ya no paso todo el tiempo sentada frente a la chimenea, sino que me he entretenido haciendo unos cuántos quehaceres en la casa. Vago por los alrededores de la Pradera ya que ni Sae, ni Peeta quieren que vuelva al bosque en mis condiciones (deberían ponerme la manilla esa de ‘mentalmente desorientada’ y se acabó).

Ahora me encuentro frente a las ruinas de la casa del alcalde, viendo como los equipos de personas recogen los restos de Madge y su familia, trago saliva con dificultad; Madge, la callada y valiente Madge, la chica que me dio la insignia que me dio un nombre. Me pregunto si se unirá a los protagonistas de mis pesadillas esta noche.
Obligo a mis pies a seguir moviéndose por la plaza hasta que llegan a un lugar donde no me había parado a pensar quiénes eran sus residentes. La panadería de los padres de Peeta. Está totalmente destruida, solo quedan restos del gran horno en el que se cocinaban los panes. De repente recuerdo cuando Prim y yo veníamos aquí a admirar los hermosos pasteles… Arranco ese recuerdo de mi mente, distrayéndome mirando alrededor y es cuando entra en mi campo de visión. Es Peeta. Creo que ya me vio, solo que está concentrado en mirar la que solía ser su casa, está parado en la otra esquina, mirando las ruinas con una expresión que solo muestra dolor. He estado tan metida en mi mundo que no he notado la tristeza con lo que lo debe llevar Peeta, él perdió a toda su familia, se debe sentir tan solo…

Me acerco y lo saludo amistosamente.
-¡Hey, Peeta!- digo con una pequeña sonrisa. Gira su cabeza y sus ojos azules se clavan en los míos tan profundamente que aparto un poco la mirada.
-Katniss.- dice mi nombre tan lento que es como si estuviera en una especie de hipnosis y despertara apenas de ella. De repente reacciona, mueve los párpados rápidamente- Oh, Katniss, discúlpame.
-No hay problema, Peeta, tranquilo.- respondo, de nuevo sonriendo tímidamente. ¿Qué me pasa? Él me devuelve la sonrisa y nos quedamos así unos segundos, hasta que él interrumpe el contacto visual, volteando a ver de nuevo a ver las ruinas de su antigua casa. Me coloco junto a él a mirar también lo mismo, y nos quedamos unos minutos observando su antiguo hogar, sólo eso y sé que debe parecer fastidioso estar solo mirando, pero la verdad es que estar aquí con él, observando su casa, es de lejos la mejor actividad  que he hecho, sin palabras, en un silencio ensordecedor, calmante y pacífico, donde el mayor consuelo es la compañía. Una silenciosa compañía.

No sé en qué momento vuelvo a la realidad de las cosas, es como si hubiese sido un sueño, y en él hubiera vuelto a sentir un poco de paz, de tranquilidad, desde lo… de ella. Sólo sé que estoy sentada en el suelo junto a Peeta, tengo recostada mi cabeza en su hombro, y él en un gesto igual, sólo que su cabeza recostada encima de la mía. No quiero moverme. Quiero mantener un poquito de la paz que tengo, así que no lo hago. Con un rápido vistazo al cielo, sé que debe ser media tarde, por lo que calculo que hemos estado alrededor de dos horas y media así, sin movernos para nada.

-Katniss…-empieza Peeta, sacándome de mis pensamientos.- ¿Te encuentras bien? - me pregunta.
-Claro que sí, ¿tú lo estás? – respondo sin mover la cabeza.
-Creo… Se siente bien estar aquí acompañado alguna vez…- contesta, rompiéndosele la voz un poco al final. En un impulso tomo una de sus manos, que estaban puestas en su regazo y se la aprieto. Él se sorprende un poco pero después me devuelve el apretón, lentamente siento como algo cálido se acomoda en mi pecho, llenándome de una inesperada calma y una sensación como de…, como de…- Gracias por estar aquí.-concluye.
-De nada. ¿Vienes todos los días?- le pregunto.
-Sí, de alguna manera venir aquí es reconfortante, casi siento que todos ellos aún están ahí, nada más esperando a que entre por la puerta, me ponga el delantal y me una a ellos en la rutina de siempre.- dice con un dejo de tristeza.
-Pues ellos siempre van a estar ahí, para ti…, en tu corazón…-susurro levantando la cabeza de su hombro. Cuando estoy a punto de seguir hablando, alguien carraspea sonoramente.

Giro mi cabeza para ver a Sae junto a nosotros, no noté cuando llegó.
-¿Están ustedes bien?-nos pregunta.
-Sí.-responde Peeta primero que yo.- De hecho ya nos íbamos.
-Ah, es que mi nieta los ha estado observando largo rato y ha venido corriendo a decirme que llevan sentados ahí mucho tiempo, así que quise venir a ver si estaban bien. Espero que no los haya molestado.- responde Sae, un poco avergonzada.
-No te preocupes, Sae,- respondo esta vez yo.- No nos has molestado, gracias por venir.
-Bueno en todo caso menos mal te encuentro, iba a llegar a tu casa para decirte que iba a llegar un poco tarde hoy a prepararte la cena, si no tienes ningún problema, es que me voy a ocupar un rato más organizando unas cosas en mi casa.-dice Sae mirándome.
-Oh, no te preocupes, en verdad. Haz tus cosas y ya regresa mañana por la mañana, no es que tenga mucha hambre.- declaro calmadamente.
-¿En serio? Bueno pero si necesitas cualquier cosa, me avisas, ¿vale?
-Seguro.
Observamos en silencio mientras Sae camina de vuelta, pensando que en verdad aprecio que ella haga todas éstas cosas para cuidarme, es otra deuda que se suma a la lista, ya muy larga. Me dirijo hacia Peeta.

-¿Ya nos vamos?- le pregunto.
-Sí, ya pronto comenzará a oscurecer, y no me gusta quedarme aquí de noche, me traen los recuerdos más tristes.- responde. Así que nos levantamos y caminamos silenciosamente todo el trayecto hasta llegar a la Aldea de los Vencedores. Cuando llegamos a mi casa, noto que aún seguimos agarrados de la mano, él también ha debido de darse cuenta porque baja la mirada hacia nuestras manos, y cuando la vuelve a subir, se queda posada en mis ojos. Me quedo paralizada un momento y después suelto mi mano para abrir la puerta.

-Sé que dijiste que no tienes hambre pero, hice un poco de caldo al mediodía y me sobró…, hay suficiente para dos…-empieza pero lo corto.
-Si lo traes hasta acá… Claro que sí.- digo con una pequeña sonrisa.
-Regreso en 5 minutos.- y sale inmediatamente hacia su casa. Cuando entro, me quito la chaqueta de cazador de mi padre, la cuelgo en un perchero cerca de la puerta y me dirijo a la cocina. Vaya que fue puntual, no había terminado de organizar la mesa y sacar los platos cuando  suena el timbre. Camino hacia la puerta, la abro, y me encuentro a un Peeta sonriente con una olla en sus manos.
-Hola de nuevo.
-¡Sí que no te tardaste nada!- exclamo con una sonrisa igual. Lo dejo pasar y vamos a la cocina donde enciende el fuego y comienza a calentar el caldo.
Nos sentamos alrededor de la mesa a esperar, uno al lado del otro. Decido romper el silencio.
-Peeta… ¿cómo terminó Haymitch con ustedes aquella noche en la que…, me perdí?- pregunto en voz baja.
-Ah pues es simple…- responde como ocultando una sonrisa.- íbamos de camino a buscar pistas de tu paradero y resulta que él había salido de casa en busca de más whisky. Entonces le contamos lo que sucedía y te juro que se le notaba que tenía una resaca de mil demonios pero…, apenas le dijimos lo que ocurría fue como si su expresión cambiara totalmente, se mostraba, como… Preocupado. Realmente.-termina Peeta con una expresión pensativa.

Me quedo dubitativa un momento pero después descubro que a fin de cuentas, somos parte de una familia, los tres, que a pesar de todo los que nos ha pasado seguimos siendo un equipo; por más que haya diferencias entre nosotros, todo lo que nos pasó de alguna manera nos unió, creando lazos tan profundos que nos sirven para velar por el bienestar de cada uno y que Haymitch, nuestro antiguo mentor y hasta podría decir que amigo, a pesar de toda su borrachera, hace parte de ese, nuestro equipo.






 


Nota:
Como vieron, me enfoqué un poco más en cómo lo manejaba el chico del pan, puesto que Suzanne nunca recalcó el tema, sobre cómo él debía llevar la pérdida de sus seres queridos y tal...
Espero que les haya gustado y si quieren expresar su opinión, ya sea buena, regular o mala(constructivamente) :D dejen su comentario.

.|||.