domingo, 23 de marzo de 2014

Chapter 2



Después de tanto tiempo sin contacto físico, ese abrazo en resumen es, rejuvenecedor. El poder sentir los fuertes brazos de Peeta sosteniéndome después  de quién sabe cuánto tiempo, me hace sentir llena, sí, llena es lo que se me ocurre en ese momento porque no tengo palabras, me he quedado muda. No puedo creer que esté aquí.

Alrededor de unos pocos segundos de quedarme prácticamente entumecida, me separo rápidamente de él. Al hacerlo, por fin me fijo en su rostro, en sus ojos, su expresión. Por un momento tengo miedo de que de repente se vuelva loco otra vez y me ataque, pero me sorprendo de ver que en cambio, luce firme, sin ninguna expresión de ira o remordimiento y logro ver además en sus ojos, un tenue brillo que no sé porqué; hace que mi corazón se agite rápido en mi pecho.

-Hola.- dice. Su mirada es intensa, escrutadora, sin embargo noto que frunce un poco el ceño al examinarme. De repente me doy cuenta que debo lucir completamente mal, llena de tanta suciedad acumulada en tantos meses. Bajo un poco la mirada avergonzada y noto los arbustos con los terrones de tierra colgados en sus raíces. Una palabra, rosa. Son las flores que le dan el nombre a mi hermana <Primroses>. Se me forma un nudo en la garganta y noto que las lágrimas amenazan con salir. Pero no soy tan fuerte y se escapa una que me baja por la mejilla… En eso siento unos dedos que se posan en ella y detienen su caída, los dedos de Peeta. El contacto de sus dedos ahí en ese punto es cálido, tan cálido que me dan más ganas de llorar, y un temblor me recorre el cuerpo y ha debido de ser muy fuerte que hasta Peeta lo notó y apartó su mano. Cuando levanto la vista, luce un poco apenado y mira hacia el suelo.
-Fui al bosque esta mañana y desenterré estos arbustos para ella.-dice, luego levanta la mirada- Se me ocurrió que podríamos plantarlos en el lateral de la casa. Y así siempre podría estar con nosotros.
-Oh Peeta...- en un impulso, vuelvo a tirarme a sus brazos, disfrutando del contacto de su piel, la cual creía que nunca más tocaría. Me separo bruscamente al darme cuenta que no puedo seguir abrazándolo si sigo con éste aspecto desaliñado.- Pero… cuándo regresaste?.- pregunto.
-El doctor Aurelius no me dejó salir del Capitolio hasta ayer mismo.- responde- Por cierto, me pidió que te dijera que no puede fingir eternamente que te está tratando. Tienes que contestar al teléfono.

En eso tiene la razón, desconecté todo, y por más que Sae lo volvía a conectar, yo siempre lo desconectaba. Al final terminé haciéndome la sorda.
-Umm, es mejor que regrese adentro de la casa.-digo. No sé de donde, pero de alguna manera las comisuras de mis labios se alzan lentamente formando una sonrisa.-Gracias Peeta. De verdad.
-No hay de qué.-responde. Y me devuelve la sonrisa.

Me doy la vuelta de regreso al frente de casa, y al entrar por la puerta principal, recuerdo que tengo algo que debo hacer, que necesito hacer.
Subo por las escaleras a la segunda planta, directo a mi habitación. Me paro frente a la puerta y al tocar el pomo de latón pulido, una descarga eléctrica sube por mi brazo, paralizándome por completo. El miedo se apodera de mí tanto así que medito si debería regresar; sin embargo una fuerza mayor a ésta, hace que gire el pomo, valor, pienso e inmediatamente la puerta se abre rechinando, provocando un ruido estruendoso. Lo noto enseguida. El olor ya no es tan potente pero aun así hace que me den náuseas. La localizo, ahí, la rosa blanca entre las flores secas del jarrón. Rápidamente avanzo los pocos pasos que nos separan, levanto el jarrón, y bajo dando tumbos a la cocina, donde tiro el contenido a las brasas. Observo como mientras las floren arden, un estallido de llamas azules envuelve a la rosa y la devora. Me quedo un rato observando las llamas ya normales y luego regreso a mi habitación donde abro las ventanas para que ese horrible olor salga. Me dirijo al baño a darme una buena ducha y al salir me pongo uno de los pantalones y una camisa de las primeras que encuentro en mi ropero.
No encuentro por ningún lado mis botas así que me dirijo a la planta baja a ver si los encuentro. Ya en la cocina recuerdo que no he buscado en el vestíbulo y me dirijo hacia allá. Cuando entro, visualizo mis botas situadas al lado de una de las sillas en la esquina y además advierto una caja que está encima de la mesa central del estudio. No tengo idea de cuándo ni quién pudo haberla traído hasta acá, pero de igual me modo me acerco a observar su contenido. En ella encuentro la chaqueta de cazador de mi padre, nuestro libro de plantas, la foto de boda de mis padres, la espita que mandó Haymitch y el medallón que Peeta me dio en la arena del reloj. Con todo eso, veo los dos arcos y el carcaj de flechas que Gale rescató la noche de las bombas contra el distrito que están sobre el escritorio al lado de la caja. Es demasiado abrumador ver todas éstas cosas juntas aquí, por lo que me pongo rápidamente la chaqueta de cazador de mi padre, y cojo el arco y las flechas.


Por algún motivo el ver a Peeta me ha dado los suficientes ánimos de salir de mi casa, al bosque. Así que salgo por la Pradera. Como hay un enorme hueco en la tierra donde están echando los restos de mi gente, lo rodeo y entro al bosque por el mismo lugar de siempre, aunque no exista ya la alambrada. Me dirijo al punto de encuentro con Gale. No tengo ganas de cazar así que solo me siento en la roca donde Cressida nos grabó, a observar el follaje y escuchar el ruido de los animales, del viento. Unas cuantas hojas se arremolinan a mis pies, así que recojo una, para sentir su textura áspera en mis dedos. Mientras la observo, decido recolectar un poco, algunas bayas, fresas o algunos de esos frutos deliciosos que por lo general hay en el bosque. Me levanto y recorro un camino que usualmente no uso, oculto por algunos arbustos en busca de mi objetivo, recorro alrededor de unos 70 a 90 metros cuando lo vislumbro. Esos arbustos. Llenos de prímulas, llenos de primroses… Y es así, como de algún modo la veo a ella. Es como si estuviera aquí, casi puedo ver su rostro. Peeta tenía razón, aquí en el bosque podía haber muchos de éstos arbustos. Me tiemblan las rodillas, ya no podré avanzar más, lo sé. Me tumbo en el suelo, acurrucándome las piernas con los brazos alrededor de ellas, colocando a un lado el puñado de frutos que he recolectado y doy paso a las lágrimas.


Cuando abro los ojos, ha anochecido totalmente. Estoy completamente desorientada. Me levanto lentamente ya que estar en la misma posición me ha dado dolor de cabeza, entonces miro alrededor y me doy cuenta que no sé qué camino tomar de vuelta, todo está oscuro y no recuerdo por donde vine. Mi mente confirma el peor de los temores: estoy perdida.








6 comentarios:

  1. Hola!!!:) Bueno, esta bastante, bastante bien. Me han gustado los dos capitulos y tambien la idea que has tenido de hacerlos. Espero que hagas mas;) Si quieres verlo este es mi blog:
    http://chicanutelosa.blogspot.com

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    1. Muchísimas gracias, en verdad! Aprecio que hayas leído y pues sí, de repente quise escribir así que me puse manos a la obra :D Umm sí, de hecho ya tengo el tercer capi listo, pero primero quisiera arreglar el blog un poco, está ahí todo solitario sin nadie que lo lea XD
      Me pasé por tu blog y está cheverísimo, tu historia es en serio intrigante, síguela :)
      De nuevo, gracias por pasarte:D

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  2. De nada, no hay de que. Si quieres te puedo ayudar a difundirlo:) Es mas, te ayudare:D

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    1. Hahahah, sería estupendo!!! :D kadjjfhsd yo he tratado lo más que puedo de hacerlo pero me siguen ignorando :c
      Ehhh espero que te sigas pasando :3 graaacias

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  3. Hey, me ha fascinado chuiquita:) Ya te dije, te ayudo en lo que sea :) Así que... Le hare algo de promoción a tu blog:) Recuerda:
    si deseas ayuda de diseño o publicidad:
    anniecresta10@gmail.com
    wayra♥ Besitos:* ^^

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    1. Jajaj de nuevo, graaciaaaas!! Eso estaría de pelos! Te lo agradeecería muchisisisimo :D Claro que avisaré, don´t worry jaja :p
      Saludineeees!

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