viernes, 28 de marzo de 2014

Chapter 3



Tal vez exagero un poco, puesto que yo antes he estado de noche en el bosque… Sólo que estaba con Gale, teníamos luz con qué ver a nuestro alrededor, armas y sabíamos dónde nos encontrábamos. Recuerdo que traíamos algunas mantas y nos acurrucábamos bebiendo una taza de infusión a esperar el amanecer para ponernos a cazar. Pero esto es totalmente distinto. Estoy sola, desarmada, a oscuras, sin nada que cubrirme, y tengo los nervios tan destrozados por todo el llanto, así que no confío en mis instintos como cazadora. Sabía que era peligroso tomar una ruta desconocida, pero aun así lo hice…, de algún modo era como si me llamara, para estar aquí directamente, poder desahogarme y derramar todas las lágrimas que quisiera.

Miro alrededor para ver si localizo alguna señal, para ver si recuerdo por dónde vine. Es inútil. Un viento demasiado frío hace que me tiemble todo el cuerpo y de repente temo que algún oso, perro salvaje o cualquier animal rabioso se aparezca ante mí; por lo que camino unos pasos en busca de algún arbusto lo suficientemente grande detrás de unos robles que puedan cubrirme. Definitivamente el bosque de noche resulta tenebroso, cualquier movimiento puede representar algo tan inofensivo como una rama rota, o lo contrario total de eso, un animal hambriento en busca de tu propia carne. Qué estúpida fui, tuve que haber dejado el arco y las flechas en el punto de encuentro con Gale, debí haberlas traído. 

Me recuesto en el tronco del árbol que encontré, no teniendo más opción que esperar a que aclare un poco para que pueda retomar mi camino, tal vez con algo de luz, encuentre el camino que tomé para llegar hasta aquí. Mis pensamientos me arrastran hasta mis días en la primera arena…, es irónico, allá por lo menos tenía elementos con que mantenerme a salvo, el cubo de plástico, el tarrito de yodo, un saco para dormir…


Cuando mis párpados se estaban cerrando, veo a lo lejos, un punto luminoso… Es demasiado pequeño, lo que significa que está a muchos metros, pero sé de inmediato que alguien debe estar aquí, ¿buscándome?, lo que sea, pero cualquier signo de que puedo salir es mejor que quedarme escondida entre unos arbustos a esperar con este frío a que amanezca. Así que salgo de mi escondite en busca de aquella luz. Cuando me meto entre la maleza, escucho un siseo…, al principio es leve pero con cada paso que doy se escucha más y más; resultando tan conocido… -¡No!-se escucha un grito y creo que fue el mío; así que cierro los ojos y cuando los abro ya no estoy en el bosque sino en los túneles subterráneos del Capitolio, junto con mi pelotón, huímos de los horrorosos mutos, luego cuando estamos a punto de salir a la superficie, veo como esos asquerosos animales se llevan a Finnick, Homes… ¡No!- grito, y ésta vez lo hice más fuerte al sentir las garras de los mutos sobre mí.



-Ya, ya, tranquila. No pasa nada.- el muto me habla y pienso que qué está esperando para despedazarme, por qué me dice que me tranquilice, si lo menos que yo puedo estar de todo es tranquila.- No pasa nada, no pasa nada, shhh…- me sigue hablando y…, espera, me está hablando?. Es entonces cuando descubro que no son garras lo que me sostienen sino brazos…
Abro mis ojos lentamente, adaptándome a la tenue luz que me rodea y me sorprende ver que estoy medio tirada, medio sentada en el suelo, estoy agitada y tiemblo. Escucho voces provenientes de mi alrededor y en mi inspección, vuelvo a escuchar la voz de la persona que me habló primero, sintiéndome repentinamente aliviada.

-Todo vá bien, todo está bien, no pasa nada, estás segura aquí…- ‘es que en tus brazos me siento segura’ quiero decir, pero todo lo que me sale es:-Qué haces aquí?-.

-¡Por favor, Katniss!- exclama una voz distinta a la de Peeta, y me sorprende ver lo fuerte que es. Es Haymitch.- ¿Que qué hacemos aquí?, ¡estábamos buscándote! ¡Ya te dábamos por muerta! ¡No sé lo que le hubiera dicho a tu madre!- ruge. La mención de mi madre hace que baje mi cabeza y sienta una punzada de culpabilidad en el pecho, ya que no he respondido a ninguna de sus cartas. Me sorprende no escuchar en su voz rastro de embriaguez.
-Fui a tu casa ésta tarde y no te encontré, supuse que estabas en el bosque y me devolví, pero cuando anochece, Peeta llega a mi casa preguntándome por ti.- dice una tercera voz. Alzo la vista y me doy cuenta que es Sae.- Nos preocupamos ya que era muy tarde, y el bosque no es buen lugar para estar de noche así que salimos a buscarte, o al menos encontrar alguna pista concreta de tu paradero. Fue suerte que nos hayamos encontrado con Thom.
Thom, trato de recordar su nombre hasta que veo su rostro junto a Sae y me acuerdo que es uno de los que trabajaban en la mina, además de uno de los que se salvaron de las bombas que acabaron con el distrito.
-Te vi entrar al bosque, pero no te vi salir…, así que cuando voy de camino a casa me encuentro con Peeta y Sae, así que aprovecho la oportunidad para comentarles lo que vi, por si acaso- dice Thom.
-Yo…- comienzo a decir pero se me rompe la voz, así que toso para disimularlo.- Lo siento… Solo buscaba arbustos con frutos y… me perdí. Aprecio que me hayan buscado.-concluyo.
-Estábamos muy preocupados.- me dice Peeta en voz baja. Levanto la mirada para ver sus ojos, y me da un no sé qué, al verlos tan angustiados.
-En fin… ¿Cómo acabaste perdida?, tú conoces este bosque más que ninguno de nosotros, y además dejaste abandonado tu arco y tus flechas.- dice Haymitch, esto último alzando su brazo y dejando ver en su mano mi arco y mis flechas.

-Creo que es suficiente, Haymitch. - interrumpe Peeta, con voz dura.- Debemos llevarla a su casa, es peligroso estar aquí a estas horas, y está corriendo un viento muy frío.
Todos asienten, y Peeta me ayuda a levantarme lentamente; sabe que estoy débil así que me ofrece su brazo para poder apoyarme, el cual acepto. Comenzamos a movernos siendo Thom el que va delante sosteniendo la lámpara, Peeta y yo vamos en la parte del medio, procurando no caernos ya que sigue estando oscuro y el terreno no muy estable, y Haymitch y Sae van detrás, cuidando de nuestras espaldas. Escucho levemente que Haymitch menciona que necesita un trago, <ya se estaba tardando>, responde mi mente, pero las palabras no llegan a mi boca.
Llegamos al punto que separa el bosque del distrito, rodeamos el gran hoyo que hay en la pradera y es cuando Thom se despide de todos, llevándose consigo la lámpara; igual ya no es necesaria porque con las luces del distrito nos es suficiente.
Sae se ofrece a acompañarnos hasta la casa, ya que quiere asegurarse de dejarme en un lugar seguro. Así que cuando llegamos a la Aldea de los Vencedores, Haymitch se dirige a su casa y Sae nos deja a Peeta y a mí en la puerta de mi casa, haciendo que Peeta se comprometa con mi bienestar, no hago caso a su comentario ya que el olor a pan que sale por la ventana me distrae… Sae se despide y yo murmuro un gracias el cual ella corresponde con una sonrisa.

Peeta y yo entramos a mi casa, cruzamos el pasillo y me lleva directamente a la cocina.
-Cuando vine a media tarde, te traje estos panes-. Dice cuando pasa el umbral y me muestra la caja de color amarillo llena de esos bollos de queso que tanto me gustan.- Supongo que tienes hambre, o no?
-Sí, muchas gracias Peeta, por acompañarme y preocuparte por mí.- respondo, caminando hasta llegar a la mesa y sentándome en una de las sillas alrededor. Me quedo observándolo mientras corta el pan y coloca todos los trozos juntos dentro de una taza que estaba en la encimera.
-En realidad, no hay ningún problema con eso.- dice moviendo las comisuras de sus labios en un amago de sonrisa.- Pero, Katniss… ¿por qué te perdiste? Haymitch tiene razón, tú conoces el bosque mejor que cualquiera.
Me quedo pensando en cómo llegué a tales extremos y entonces recuerdo todo… Un suspiro se me escapa sin poder detenerlo…

-No tienes que contarme, si eso te pone mal, tranquila.- dice Peeta, en tono condescendiente.
-Tenías razón… Sobre las prímulas…,-traté de mencionar el nombre normalmente.- hay muchas en el bosque, nunca me había fijado en realidad, o tal vez nunca las busqué, el caso es que usé un camino que desconocía y mientras recorría los tramos, las encontré.

Creo que he sonado indiferente, sin embargo Peeta se da la vuelta y me abraza inesperadamente; obvio que me toma por sorpresa, e intento apartarlo, pero la verdad es que su abrazo es tan reconfortante que recuesto mi cabeza en su pecho.
-Katniss… yo nunca pude decirte que…, lo siento… Por ella.- susurra.
-Por favor, Peeta… Ya no digas más…- respondo con la voz rota ya al borde del llanto.- En verdad que es…, solo..., insoportable.

Entonces me aprieta más contra él, y casi puedo sentir su tristeza, junto con la mía, consolándonos el uno al otro…, compartiendo el calor.






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miércoles, 26 de marzo de 2014

GIFS SINSAJO


Estaba navegando y di con una página en la que soy seguidora en facebook, encontré estos preciosos gifs asdfghjkl Creo que es fácil adivinar que escenas reproducen. :)





















Son la pareja más adorable de todos los tiempos<3
¿a que no?












domingo, 23 de marzo de 2014

Chapter 2



Después de tanto tiempo sin contacto físico, ese abrazo en resumen es, rejuvenecedor. El poder sentir los fuertes brazos de Peeta sosteniéndome después  de quién sabe cuánto tiempo, me hace sentir llena, sí, llena es lo que se me ocurre en ese momento porque no tengo palabras, me he quedado muda. No puedo creer que esté aquí.

Alrededor de unos pocos segundos de quedarme prácticamente entumecida, me separo rápidamente de él. Al hacerlo, por fin me fijo en su rostro, en sus ojos, su expresión. Por un momento tengo miedo de que de repente se vuelva loco otra vez y me ataque, pero me sorprendo de ver que en cambio, luce firme, sin ninguna expresión de ira o remordimiento y logro ver además en sus ojos, un tenue brillo que no sé porqué; hace que mi corazón se agite rápido en mi pecho.

-Hola.- dice. Su mirada es intensa, escrutadora, sin embargo noto que frunce un poco el ceño al examinarme. De repente me doy cuenta que debo lucir completamente mal, llena de tanta suciedad acumulada en tantos meses. Bajo un poco la mirada avergonzada y noto los arbustos con los terrones de tierra colgados en sus raíces. Una palabra, rosa. Son las flores que le dan el nombre a mi hermana <Primroses>. Se me forma un nudo en la garganta y noto que las lágrimas amenazan con salir. Pero no soy tan fuerte y se escapa una que me baja por la mejilla… En eso siento unos dedos que se posan en ella y detienen su caída, los dedos de Peeta. El contacto de sus dedos ahí en ese punto es cálido, tan cálido que me dan más ganas de llorar, y un temblor me recorre el cuerpo y ha debido de ser muy fuerte que hasta Peeta lo notó y apartó su mano. Cuando levanto la vista, luce un poco apenado y mira hacia el suelo.
-Fui al bosque esta mañana y desenterré estos arbustos para ella.-dice, luego levanta la mirada- Se me ocurrió que podríamos plantarlos en el lateral de la casa. Y así siempre podría estar con nosotros.
-Oh Peeta...- en un impulso, vuelvo a tirarme a sus brazos, disfrutando del contacto de su piel, la cual creía que nunca más tocaría. Me separo bruscamente al darme cuenta que no puedo seguir abrazándolo si sigo con éste aspecto desaliñado.- Pero… cuándo regresaste?.- pregunto.
-El doctor Aurelius no me dejó salir del Capitolio hasta ayer mismo.- responde- Por cierto, me pidió que te dijera que no puede fingir eternamente que te está tratando. Tienes que contestar al teléfono.

En eso tiene la razón, desconecté todo, y por más que Sae lo volvía a conectar, yo siempre lo desconectaba. Al final terminé haciéndome la sorda.
-Umm, es mejor que regrese adentro de la casa.-digo. No sé de donde, pero de alguna manera las comisuras de mis labios se alzan lentamente formando una sonrisa.-Gracias Peeta. De verdad.
-No hay de qué.-responde. Y me devuelve la sonrisa.

Me doy la vuelta de regreso al frente de casa, y al entrar por la puerta principal, recuerdo que tengo algo que debo hacer, que necesito hacer.
Subo por las escaleras a la segunda planta, directo a mi habitación. Me paro frente a la puerta y al tocar el pomo de latón pulido, una descarga eléctrica sube por mi brazo, paralizándome por completo. El miedo se apodera de mí tanto así que medito si debería regresar; sin embargo una fuerza mayor a ésta, hace que gire el pomo, valor, pienso e inmediatamente la puerta se abre rechinando, provocando un ruido estruendoso. Lo noto enseguida. El olor ya no es tan potente pero aun así hace que me den náuseas. La localizo, ahí, la rosa blanca entre las flores secas del jarrón. Rápidamente avanzo los pocos pasos que nos separan, levanto el jarrón, y bajo dando tumbos a la cocina, donde tiro el contenido a las brasas. Observo como mientras las floren arden, un estallido de llamas azules envuelve a la rosa y la devora. Me quedo un rato observando las llamas ya normales y luego regreso a mi habitación donde abro las ventanas para que ese horrible olor salga. Me dirijo al baño a darme una buena ducha y al salir me pongo uno de los pantalones y una camisa de las primeras que encuentro en mi ropero.
No encuentro por ningún lado mis botas así que me dirijo a la planta baja a ver si los encuentro. Ya en la cocina recuerdo que no he buscado en el vestíbulo y me dirijo hacia allá. Cuando entro, visualizo mis botas situadas al lado de una de las sillas en la esquina y además advierto una caja que está encima de la mesa central del estudio. No tengo idea de cuándo ni quién pudo haberla traído hasta acá, pero de igual me modo me acerco a observar su contenido. En ella encuentro la chaqueta de cazador de mi padre, nuestro libro de plantas, la foto de boda de mis padres, la espita que mandó Haymitch y el medallón que Peeta me dio en la arena del reloj. Con todo eso, veo los dos arcos y el carcaj de flechas que Gale rescató la noche de las bombas contra el distrito que están sobre el escritorio al lado de la caja. Es demasiado abrumador ver todas éstas cosas juntas aquí, por lo que me pongo rápidamente la chaqueta de cazador de mi padre, y cojo el arco y las flechas.


Por algún motivo el ver a Peeta me ha dado los suficientes ánimos de salir de mi casa, al bosque. Así que salgo por la Pradera. Como hay un enorme hueco en la tierra donde están echando los restos de mi gente, lo rodeo y entro al bosque por el mismo lugar de siempre, aunque no exista ya la alambrada. Me dirijo al punto de encuentro con Gale. No tengo ganas de cazar así que solo me siento en la roca donde Cressida nos grabó, a observar el follaje y escuchar el ruido de los animales, del viento. Unas cuantas hojas se arremolinan a mis pies, así que recojo una, para sentir su textura áspera en mis dedos. Mientras la observo, decido recolectar un poco, algunas bayas, fresas o algunos de esos frutos deliciosos que por lo general hay en el bosque. Me levanto y recorro un camino que usualmente no uso, oculto por algunos arbustos en busca de mi objetivo, recorro alrededor de unos 70 a 90 metros cuando lo vislumbro. Esos arbustos. Llenos de prímulas, llenos de primroses… Y es así, como de algún modo la veo a ella. Es como si estuviera aquí, casi puedo ver su rostro. Peeta tenía razón, aquí en el bosque podía haber muchos de éstos arbustos. Me tiemblan las rodillas, ya no podré avanzar más, lo sé. Me tumbo en el suelo, acurrucándome las piernas con los brazos alrededor de ellas, colocando a un lado el puñado de frutos que he recolectado y doy paso a las lágrimas.


Cuando abro los ojos, ha anochecido totalmente. Estoy completamente desorientada. Me levanto lentamente ya que estar en la misma posición me ha dado dolor de cabeza, entonces miro alrededor y me doy cuenta que no sé qué camino tomar de vuelta, todo está oscuro y no recuerdo por donde vine. Mi mente confirma el peor de los temores: estoy perdida.








martes, 18 de marzo de 2014

Chapter 1



La oscuridad lo es todo. La noche llegó, otra vez, y con ella el frío y la sensación de soledad que me acompaña todos los instantes del día, sólo que en la noche es como si esa sensación se intensificara aún más; trayéndome recuerdos dolorosos que me parten el corazón haciéndolo trizas… A veces pienso que es imposible que el corazón se me rompa cada momento, pero cada vez que pasa es como si se hundiera en lo más profundo de mi ser y al momento en el que el dolor no fuera lo suficientemente fuerte, se regenerara de alguna forma y empezara a vivir… Sólo para tener que encontrarse con el recuerdo mucho peor que el anterior y volver a destruirse de nuevo. Es como una serie en cadena, repetitiva y constante.
De alguna forma consigo despejar mi mente y concentrarme solo en respirar, escuchando las suaves exhalaciones de mis pulmones y dejándome llevar por este pequeño espacio que tengo de tranquilidad…
Me despierto sobresaltada, con un frío que me cala hasta los huesos y en eso me doy cuenta de que el fuego de la chimenea se ha apagado. Con mucho esfuerzo me paro y cojo unos cuantos trozos de leña que ha traído Sae la Grasienta, los aviento al hueco de la chimenea, luego consigo un fuelle que estaba en la repisa y comienzo a avivar el fuego. No me doy cuenta que las llamas se encienden hasta que llegan a tal punto de rozarme las manos con sus tentáculos, llenándome de un ardor demasiado conocido… Un sollozo medio grito se escapa de mi boca haciendo todo mi cuerpo temblar, obligándome a apartar las manos de las odiosas llamas. Al ver mis manos teñidas de un sutil color rojizo, mi mente comienza  a arrojarme recuerdos demasiado vívidos de los últimos momentos de la guerra de la que fui testigo; fuego por todos lados…, boom boom boom, en un momento mi patito, mi pequeña hermanita con sus dos trenzas una a cada lado de su cabeza estaba allí…, sin pensar en absolutamente nada más que en ayudar a los niños a su alrededor, tan pequeña e inocente,  cuando de repente se ve envuelta en llamas; recuerdo gritos y más gritos, sé que ella me vió, dijo mi nombre -<Katniss>. Debí haber sido más rápida, a solo unos cuantos pasos pero…, ya era demasiado tarde. No sé en qué momento regresé a la realidad, solo sé que estoy tumbada en el suelo acurrucada, escondiéndome de los recuerdos, de los temores, de todo. Cuando abro los ojos, noto que mis lágrimas se han secado y que ya es de mañana. Me quedo donde estoy con mis manos metidas debajo de mis brazos para tratar de calmar el ardor que aún siento.

Escucho el sonido de una puerta abrirse y sé que es Sae ya que nadie más entra en esta casa, a excepción de Haymitch tal vez, pero no le visto desde que llegué asi que es como si no contara. Al entrar en la cocina me ve sentada en el suelo y no en la silla que tenía acostumbrada para ponerme en ese sitio en específico al frente de la chimenea.
-¡Katniss! ¡Pero qué haces tirada ahí en el suelo! Ven déjame ayudarte a levantarte- dice Sae mientras se agacha para cogerme del brazo y levantarme.
-No es nada.- respondo secamente.
Al pararme me siento en una de las sillas ubicadas alrededor de la mesa, a la espera de que Sae prepare el desayuno, pero entonces es cuando se dá cuenta de mis manos y mis parches rojos en la manos.
-Pero Katniss qué ha pasa… -es cuando cae en cuenta de la expresión de mi rostro- Umm ya sé que no me dirás… Mejor voy por la reserva de primeros auxilios.-dice y se va directo a la habitación contigua que es donde están.
Me quedo mirando fijamente la hornilla donde Sae cocina y de repente mis ojos se van a la repisa y vislumbran una canasta con panecillos… la imagen sólo me lleva a una persona, trayéndome sentimientos de tristeza y sí, añoranza. Me pregunto dónde estará, si estará bien y en un lugar mejor muy lejos; lejos de… mí. Es lo mejor, pienso, él debe alejarse y no estar cerca de una persona que puede ya haya perdido su vida, una persona llena de destrucción y de dolor. Me pregunto, me pregunto, sí aún me recordará, tal como solía ser antes, no como el ser apestoso y desagradable que el Capitolio le hizo ver que era… Tal pensamiento me llena de dolor; ese Capitolio, el que me lo robó… Y tal vez ya nunca más regrese de nuevo…
-Ven, muéstrame esas manos- dice Sae, sacándome de mi ensimismamiento. Le dejo que me cure las manos, aplicándome un par de cremas que de inmediato suavizan el ardor. Cuando termina se pone a cocinar el desayuno mientras yo me quedo mirando hacia la nada. Finalmente me lo pone en frente y noto uno de los panecillos que había visto en la canasta. No sé porque me lo quedo viendo si al fin y al cabo no es como que si él  lo hubiera hecho, sin embargo la evocación de su nombre en mi mente hace que sienta un vacío en mi pecho y por un momento me dan ganas de llorar al ver al panecillo allí, recordándome a él.

Cuando estoy terminando mi desayuno, Sae me pregunta si necesito algo más a lo cual respondo moviendo ligeramente la cabeza, en forma de negación. Me dice que me cuide y que vendrá más tarde. Y así pasan los días, una semana y media tal vez que seguimos con la misma rutina de siempre. Yo fundida junto con mi dolor, como siendo uno solo, y ella ayudándome a que no me muera de hambre. En una mañana de esas Sae me dice que salga un rato, al bosque tal vez, a cazar.
-No tengo arco.- respondo.
-Mira en el vestíbulo.- dice ella.
Honestamente no tengo ganas de levantarme e ir hacia el vestíbulo así que no lo hago. Sae se vá, y yo regreso a mi puesto de siempre, en frente de la chimenea. No dormí demasiado la noche anterior debido a las pesadillas, así que en cuanto me acomodo, caigo profundamente dormida. Era de esperar que una horrible pesadilla me atacara y ésta no era la excepción, en ella estoy en una tumba y todas las personas muertas que conozco por su nombre se acercan para echarme encima una palada de cenizas. Intento gritar pidiendo ayuda pero las cenizas me cubren la boca y la nariz y no logro emitir ruido alguno. Pero la pala sigue y sigue… Logro despertarme, sudo mucho y tengo lágrimas en los ojos, lo raro es que el ruido de los palazos continúa y es como si no hubiera salido de la pesadilla. Reconozco que el ruido proviene de afuera así que salgo por la puerta principal, rodeo el lateral de la casa… Y es entonces cuando lo veo… A él. Tiene la cara roja de cavar el suelo bajo las ventanas con una carretilla a su lado sosteniendo unos arbustos ralos.

-Has vuelto.- digo. Es entonces cuando salgo corriendo hacia él, envolviéndolo en un fuerte abrazo.






A perfect song



lunes, 17 de marzo de 2014

Bienvenida!

Bueno, a todos los que leen, antes que nada quiero decirles que para hacer ésta historia he tomado partes del libro original, bueno, solamente para hacer el comienzo y todo, puesto que de ahí en adelante todo será imaginación. Trataré al máximo de pegarme al libro tanto como se me haga posible.
Personalmente amo la trilogía de los Juegos del hambre y pienso que la autora no pudo haber escrito final mejor, pero pienso que hubo algunos detalles que faltaron, solo unos poquitos; además pienso que todo lo escribió tan rápido que de repente ya estabas en el epílogo y uno como que... QUÉ?! XD no sé si me entienden pero bueeeno!

Espero que sea de su agrado, y pues que lo disfruten :)